sábado, 30 de agosto de 2008

Persecusión o sobre la ley

Estaba en el carro y todo estaba bien, como el cielo o las luces de una ciudad fantasma. Todo estaba bien. Después en tres segundos, casi, casi; nuestro conductor con una maniobra felina, una curva imposible, sobrevivimos. La gente se quedó quieta, blancos de susto y mirando el piso. Dos segundos después todos le mentaban la madre al hijo de puta que se había cruzado de ese modo, cabrón. Inicia la persecusión. Tiene una escalera encima del carro. Corriendo, pasamos dos carros de la línea. Y más curvas. Las señoras se agarraban la barriga que de abajo para arriba se movía prodigiosa. Era como si por un azar todos pudiéramos mirarnos a la cara y saber que teníamos que alcanzarla; la captura del infeliz nos unía, nos hacía semejantes. El conductor aceleraba y mentaba la madre a los carros que le cerraban el paso, a los semáforos que señalaban que debía parar, a los políticos de mierda que nada hacen y no pueden evitar que un cdsm como ese siguiera manejando, al aire de Lima que produce un escozor ahora que podía sentirlo directamente a la cara. El carro policial estaba estacionado y de repente nuestro conductor, nuestro Moisés frente a un arca, se detiene. Baja el cobrador y le dice jefe, jefe, casi nos atropella y se ha dado a la fuga, el de la escalera, el de la escalera en el techo. Nada, quietecito. Retomamos el camino. Igual, nada. Desapareció. Derrotados. Los lamentos iniciaron. No debí parar. Y otra vez las mentadas de madre, ahora contra el sistema judicial, contra esos tombos de m..., contra la luz de la ciudad, contra las cantinas y el ron puro. Llegamos a un cruce. El tombo esperaba y junto a él un sujeto menudo gesticulaba. Qué pasó? No sé si sonreír o no. El tombo se encarga.

viernes, 22 de agosto de 2008

Awaking

No fue un largo viaje, pero después de calma y olas regreso. No sé si nuevo o no, distinto. ¿Nada ha cambiado? No he regresado, nadie regresa. A emprender de nuevo la lucha contra el lenguaje, contra mí mismo