jueves, 30 de julio de 2009

lunes, 27 de julio de 2009

Baguazo


I

Lo que me estremece no es la muerte.

Siempre creí que un cuerpo muerto es algo así como una cosa. Algo que se pone al lado de los libros o cerca de la mesa; junto al florero o sobre el sofá. No es por pudor ni por miedo, es solo que esos ojos blancos y esa piel hinchada ya no tienen la forma de una persona. Un ser humano es algo más que carne con forma, claro está. Con el tiempo, y por mi trabajo, me acostumbré a esos cuerpos perdidos, diluidos en su propia materia, ajenos a sí mismos. A veces no encontraba nada mejor que quedarme durante horas viendo como desaparecía el contorno de los ojos o como cada extremidad cobraba independencia en sus bordes y en sus limitaciones.
Hay cierto encanto ante la muerte, me decía, sin comprender mis palabras, sin sentirlas siquiera en mi boca.


II

Cuando Julien murió ninguno de nosotros se enteró sino hasta después de que lo enterraron. Seguimos nuestra vida. Una tarde alguien nos contó: Julien ha muerto desde hace dos años. Fue en el trabajo. ¿Quién fue?, no lo recuerdo. Nicole seguía sentada en el mueble y masticaba. Eso no puede ser real, no es real decía Jean Paul mientras tragaba su última galleta. Pero si nadie nos avisó. Pobre Julien. Desde el fondo las voces fueron en aumento. Verdad, sí verdad, Julien ha muerto desde hace dos años y nadie nos ha dicho nada. El carnicero nos miró a todos: un mechón de pelo le cubría su ojo izquierdo. Esas cosas no importan, nos dijo. Nadie sabe la verdad. Eso es cierto, dijo Jean Paul, no les he contado la vez que me salve de la muerte. Sí nos contaste, dijo El carnicero. Además te salvaste así que tu historia ya tiene final, ¿no es cierto? Eso es relativo. Si llamas final al hecho de que esté con vida. Dejá de joder no ves que estamos hablando de Julien. Hemos pasado años con él en esta habitación y nadie se ha dado cuenta de su muerte; eso es algo terrible. El tono de esta última frase fue como si una ventana rota despidiera millones de pedacitos de vidrio sobre la lengua. Todos se miraron las caras. Por un momento se mantuvieron callados. Era cierto nadie se había preguntado: cómo, cuándo, en qué momento, por qué Julien había desaparecido. ¿Quién lo había visto por última vez? ¿Cuáles fueron sus últimas palabras? Se hizo una pregunta, no había solución posible. Nicole en el mueble seguía masticando. No escuchó nada, ni una sola palabra dejo huella en su cuerpo. Sus labios seguían perdidos en ese rumiar insensible.
III
El momento en que un cuerpo se convierte solamente en un signo posible de resignificación ha llegado. Si en algún instante dudamos de los mecanismos de terror, ese momento ahora es historia. Nunca pensé encontrarme con la terrible certeza de que la muerte ahora ya no importa. Antes todavía el cuerpo del oponente era un límite, su muerte culminaba la rivalidad e inauguraba un nuevo momento en donde su corporalidad se incluía sin problemas. Ahora esta candida ilusión ha sido desbarata. Se trataba solo de una ilusión, solo de eso. He visto en los periódicos como de manera grotesca se muestra la muerte como un ejercicio de retórica. Si alguien es tan imbécil para asumir que 80 % de los medios periodísticos tiene razón entonces en este país ya no existe la esperanza. Cortes improvisados, fotografías trucadas y toda una serie de aritificios visuales acompañados de una retórica delirante. En este país quien no tiene la culpa la tendrá en cuanto a alguien se le ocurra. Los excesos del poder son siempre aberrantes. No defiendo a nadie. Acuso simplemente: la violencia no puede convertirse en un argumento del Estado, mucho menos en el único. Nunca preguntaré quién lanzó la primera piedra. Esa pregunta es insoluble. La búsqueda de una evidencia definitiva que delate a unos y libere a otros es un absurdo. Lo evidente es que existió violencia de ambas partes y que hubo muertes de ambas partes. La construcción del "salvaje" es, una vez más, la salida fácil asumida por el Estado. ¿Nos encontramos nuevamente dentro de la dicotomía civilización-barbarie? ¿Hay que civilizar al salvaje a cualquier precio? Si es con fuego y balas mejor. El único salvaje realmente civilizado es el salvaje muerto, ¿no? Si los medios pretenden una vez más mostrarnos de manera descarada cómo en el Perú, así como en muchos otros países, no existe la "democracia" creo que esta vez lo han logrado.
IV
No solo el hecho fue patético y espantoso, también las formas y estrategias de reclamo establecidas lo fueron. Nunca me ha dado tanta vergüenza ser parte de la especie de este mono desnudo como aquella vez. Un reclamo justo se convirtió en una parodia de lo "público". Todos en su cochecito se convertían en los abanderados de la causa, en los únicos capaces de remediarla; mientras los minutos avanzaban era cada vez más el desorden, todos (se) reivindicaban esa lucha y al pueblo que la realizaba. Al final todo terminó en un espectáculo deplorable. Todos aprovechaban el momento para lanzarse flores así mismos, para hacer proselitismo y para dejar en claro que su participación era decisiva. Realmente ridículo. Una vez más observamos cómo un país "adolescente" se excita con demasiada celeridad. El desconocimiento del otro es uno de los grandes abismos que todavía no hemos podido superar. No estamos al borde del precipio, sino dentro de él.

sábado, 25 de julio de 2009

Ey, Burbuja...




Burbuja ha escrito un post




No comparto algunas de sus ideas.


1


El hombre elefante es doblemente "animal","bestia". No es un hombre. Su deseo de serlo lo aleja doblemente. Su grito espanta no porque sea humano, sino porque descubre a los otros también como animales. Solo un animal que no puede reconocerlo entra en una ansiedad por el molde. ¿Acaso no es un hombre aquel que mata si tiene que sobrevivir y que agrede apenas se siente amenazado? Su permanencia en el mundo es un atentado. Acusa y pone en riesgo a toda la sociedad. ¿Quién es un hombre? El hombre Elefante como accidente, como ideal de una sociedad de "buenitos", pone en riesgo a toda la humanidad. Él no puede existir porque es un bloque, una sustancia idéntica a sí misma; su monstruosidad es la contraparte de esa "bondad" asfixiante e insoportable, monstruosa. El morbo que surge por verlo es el mismo desde los dos bandos; de aquel que lo trata como un "caballero" a aquel que lo trata como una bestia de carga. ¿A quién persiguen esos hombres? A sí mismos, buscan una identidad irreal, una huella de humo y nada. Siguen viendo a aquel que no parece un hombre y que presenta en esa máscara de trapo la sospecha de que tal vez, puede ser; qué hay ahí debajo, se preguntan. Porqué rengea, hacia donde se dirige, será peligroso, no es un hombre pero parece serlo. Ese contorno inhumano, esas proporciones inverosímiles, no delatan nada más que la ausencia del hombre. Es el vacío. ¿Qué hay debajo de la máscara?, me pregunto todos los días al lavarme la cara.


2


Reificación, enajenación (Marcuse y Lukacs, respectivamente): ¿crees que hay un mundo feliz? No es este. Tampoco lo será. Nunca lo fue.

El hombre mientras siga siéndolo está condenado a aniquilarse.

El mundo es enfrentamiento.

Ciorán tiene un fragmento memorable en su ensayo "El fin de la historia". Todo tiempo que tiende a la apertura y a la tolerancia implica una decadencia; no hay quien ponga orden; quien asuma el rol de mando. Cuando el mundo empieza a moverse es porque algo está muriendo. Es una crisis. Es ese minuto de silencio ante la muerte. La aniquilación de un estado del mundo, de una situación concreta. Eso es lo que vivimos ahora. ¿El surgimiento de un nuevo imperio, acaso una nueva edad oscura? Es lo más probable (lo digo sin rubor). La historia no tiene ese orden y esa lógica que nuestros deseos quieren imprimirle. La diferencia es ahora el banderín, la nueva esvástica de la reivindicación. Ser "diferente" es el nuevo leitmotiv de nuestros intelectuales y artistas. Lo cual no está mal; pero ¿hasta que punto es eso un pretexto más, hasta donde es válido? ¿En qué momento se convierte en un cliché, en una estrategia para mantener el poder y la lógica de mercado?

¿Diferente?
Hasta la televisión te dice que tienes que ser diferente. No puedes no ser diferente.



Todo esto ha sido producto de la crítica a la modernidad. Otra palabra que estuvo de moda: "posmodernidad". Cuando pienso al hombre no escucho sino un gran silencio lleno de citas.

La paradoja de la humanidad es que persigue, cada cierto tiempo, una entelequia que no puede ser dicha ni realizada. Une a todos los hombres, encierralos: terminarán asesinándose (si su vida está en riesgo, y riesgo en este caso significa cualquier cosa), tragándose (si no hay nada que comer). En este punto cabe preguntar: ¿realmente asertó Platón al denostar la Ciudad de los cerdos? La civilización ha dejado muerte y desolación. Lo peor es que ha convertido a todo en sí mismo para después convertirlo en diferencia pura. Este proceso inverso no hace más que repetir de manera grotesca la misma ausencia de equilibrio.
¿Defender al otro?

¿Para qué, por qué?

El intelectual nuevamente a las andanzas.

¿Acaso ha llegado el punto de proponer nuevamente proyectos totales? Por lo general estos no se proponen sino se ejercen. La política y la economía con su propio movimiento realizan muchas veces lo que las mentes más brillantes no pueden. El intelectual se debate entre la explicación de los fenómenos y la ejecución/producción de estos.
No se trata de un canto, sino de una sospecha.

sábado, 18 de julio de 2009

School days: los límites del deseo


Esta debería ser la nota de un anime, una reseña. Debería contarles el proceso. La manera cómo la historia se construye, cómo un triángulo amoroso entre adolescentes deviene en un homicidio, cómo una de las protagonistas repite incansablemente la misma frase cada quince minutos en un teléfono que ya no funciona, cómo deambula reconociendo en cada esquina un solo momento, una única imagen. Desde hace días siento que me sangran los oídos. Luego los ojos se me nublan y de ahí la boca, ese sabor salado e insoportable. ¿Quién es el culpable? Me detengo mientras todos siguen caminando y me cojo los oídos y me cojo la boca y los ojos y no encuentro nada. Todo seco. Sigo caminando porque sé que voy a llegar tarde a algún sitio, no recuerdo adónde, pero sé que entre la universidad, mi casa y el trabajo o la revista tendré que llegar a algún sitio y saludar a todos, querer a todos, odiar a todos. Y de ahí es una escena insistente. Cojer las manos, sonreír y saludar, un beso en la mejilla, otra vez las manos y así interminable, como si las personas salieran de una cajita rosada y uno abre y plum una persona rozagante, vivita, y de ahí seguir trabajando; el tiempo, el tiempo, el aire y de un lado para otro así imperturbable: no entiendo, no entiendo nada. Quería contarles la historia de esta historia que me demoró cuatro horas y que me dejó perturbado, con lágrimas en los ojos y lleno de felicidad. Pero terminó y seguí el pulso. Nada ha cambiado ahora. Pero me sigo tocando los oídos y la boca y los ojos y no encuentro nada. Siento que me empujan porque quieren seguir caminando, pero sigo ahí buscando, reconociendo mi piel, porque estoy acá dentro y siento como si nadie estuviera, como si mi cuerpo solo fuera una excusa.
Primera carta

Hoy he decidido lanzarme del quinto piso. He subido las escaleras y por fin tengo una certeza. No es miedo, quiero dejar en claro eso. No existe mayor acto de autenticidad que el suicidio. La libertad solo es plena cuando se dispone sobre todo y todos del propio destino. No hay decisión más importante ni que tenga más sentido que está. ¿Puedo seguir viviendo? Claro que sí, solamente que no quiero, prefiero perderme en este océano de niebla. En este acto no hay felicidad alguna, ningún tipo de emoción es suficiente para explicar esto. Es necesario recordarlo. ¿Por qué lanzarse? ¿Por qué no llenar el cuarto de gas y dormirse y de ahí un fósforo: la habitación en llamas y mucha gente gritando desde el primer piso? No hay divinidad en eso. Para qué explicar algo que no afecta sino a mí mismo. Antes me preguntaba quién era, ahora me pregunto cómo puedo ser libre. Es por egoísmo. Es porque no me importa nada sino yo mismo y yo mismo no tiene nombre ni suena, es una figura en el agua transparente y frágil que al contacto de un solo dedo desaparece. Hundo mi dedo en el agua y no hay yo mismo, solo un reflejo parduzco y sin forma; una onda que se propaga. Me digo, oye tú que estás dentro del agua, quién eres. La imagen no contesta, solo se disuelve hasta que se queda quieta, otra vez hay algo ahí. Ese constante retorno. Ese destruir involuntario que no afecta. Eso cansa. ¿Qué es lo más fácil? Salir a comprar el pan y nunca más regresar a casa; largarse a algún país desconocido o quedarse quieto en la calle hasta que la ropa se caiga y los pelos se paren y todos pasen buscándote y no te reconozcon y te largen por apestoso y sigan colgando letreros en donde te prometen amor para que regreses y aparezcan sus miradas silenciosas preguntando en las disculpas. No es así. No quiero nada. Por eso mismo la caída no es una disculpa, es un acto de cordura, el único acto de cordura posible.

Kotonoha Katsura
Makoto Itou
Sekai Saionji
Segunda carta.

Todo deseo es egoísta. Me quedé quieto. Esperé a que todos se fueran. No volverían hasta tarde. Hay comida caliente en el horno. Sonreí. No te preocupes yo me encargo, dije. Es absurdo. Tengo todas la llaves de la casa. He decidido cerrar las puertas y caminar por ella. No quiero que se preocupen. Nadie abrirá el sótano.
No lo hagas me decía. El agua tibia es maravillosa. Llegamos cuando empezó la lluvia, no encontramos nada. Ya no siento mis manos.
Debajo del patio enterramos un gato. Estaba vivo. Lo envolvimos en una sábana blanca y sentimos su pecho hinchándose. Lo tiramos al hoyo y entre todos, con las manos, empezamos a llenarlo de tierra. Desde hace un rato ya no se ve nada sino la punta de la sábana. Solo los maullidos persisten aún. Dentro de poco no escucharemos nada. Echemos más tierra para que no haya sonido, así, entre todos, para que el maldito gato se calle.
Nicole ha llegado recién hoy día. Hace años que no la veo. Sé que se ha vuelto ciega. También me contaron que perdió las piernas y que cuando respira le tiembla la columna.
El avión explotó. Todo el cielo se llenó de fuego y ceniza. Nicole cayó incendiándose. No diré que pensó en mí, diré simplemente que cuando la vea le diré, Nicole, toma, te doy mis piernas, mi columna y mis ojos para que subas de nuevo al avión.

viernes, 10 de julio de 2009

analgésicos


Toda relación humana es dolorosa. Cada una de ellas está cifrada por el dolor. No es posible eliminarlo, porque nunca desaparece. Toda presencia es responsabilidad, preocupación que aniquila. La única esperanza es la de abolirse, separarse del mundo y ser esa isla silenciosa que mueve los ojos y las orejas. No ser sino a la distancia de eso que circula entre la niebla. No ser sino como es una roca o una flor silvestre o el agua que no siente y se mueve. Nos hemos olvidado de que el sufrimiento es parte fundamental de nuestra existencia. Un olvido ingenuo posiblemente, aun cuando nuestra seguridad dependa de él. No solo se trata de que su presencia me permita medir aquello que llamo felicidad. No solo es un parámetro o una ficha que me indique cuándo comienza el miedo y cuando termina, cuando mi cuerpo se dispara en medio del placer o se acaba, hundido en el silencio.

¿Qué es el hombre sino un animal asustado?


Buscamos y hacemos siempre lo correcto; y lo correcto es siempre alejarse del dolor, evitarlo, esconderlo. Ser racional es flotar en un territorio indoloro e insípido al mismo tiempo. Es dejar que las cosas sucedan sin que nada nos pase.

¿Y el amor es también sufrimiento?


No lo sé.


Al final caemos en la trampa, conseguimos un amor de farmacia; como si fueran pastillas o medicamentos. Una suerte de antídoto para la vida. El amor no salva a nadie. No cura nada. Cubrirlo de interés para mí es una violencia contra su verdadera naturaleza. No es la esfera ética ni la comercial. Si no amas con desesperación no hay amor. Si no se te acaba el aire o si en tu cuerpo no se materializa un espasmo repentino, no hay amor. Si se trata de medidas pensemos en ese viajero escaso de conciencia guiado como se guía a un animal. Llevado hacia adelante o hacia atrás. Desconocido del mundo. La persona que amo camina al lado del mar y no puede verme,dice, yo solo sigo sus huellas en la arena y sigo esa distancia que se prolonga como un demonio azul por la tierra; algo me atrae y me lleva hacia allí.


lunes, 6 de julio de 2009

poemita

Tu
voz viaja
se derrama como el agua
vieja por tu piel
y por el vientre
suave de la arena

¿Eres real como mis manos y mi piel,
que solo regresan
por las noches,
o solo una palabra que
nada
dice

dicha al oído
nunca escuchada
nunca cierta?