lunes, 27 de julio de 2009

Baguazo


I

Lo que me estremece no es la muerte.

Siempre creí que un cuerpo muerto es algo así como una cosa. Algo que se pone al lado de los libros o cerca de la mesa; junto al florero o sobre el sofá. No es por pudor ni por miedo, es solo que esos ojos blancos y esa piel hinchada ya no tienen la forma de una persona. Un ser humano es algo más que carne con forma, claro está. Con el tiempo, y por mi trabajo, me acostumbré a esos cuerpos perdidos, diluidos en su propia materia, ajenos a sí mismos. A veces no encontraba nada mejor que quedarme durante horas viendo como desaparecía el contorno de los ojos o como cada extremidad cobraba independencia en sus bordes y en sus limitaciones.
Hay cierto encanto ante la muerte, me decía, sin comprender mis palabras, sin sentirlas siquiera en mi boca.


II

Cuando Julien murió ninguno de nosotros se enteró sino hasta después de que lo enterraron. Seguimos nuestra vida. Una tarde alguien nos contó: Julien ha muerto desde hace dos años. Fue en el trabajo. ¿Quién fue?, no lo recuerdo. Nicole seguía sentada en el mueble y masticaba. Eso no puede ser real, no es real decía Jean Paul mientras tragaba su última galleta. Pero si nadie nos avisó. Pobre Julien. Desde el fondo las voces fueron en aumento. Verdad, sí verdad, Julien ha muerto desde hace dos años y nadie nos ha dicho nada. El carnicero nos miró a todos: un mechón de pelo le cubría su ojo izquierdo. Esas cosas no importan, nos dijo. Nadie sabe la verdad. Eso es cierto, dijo Jean Paul, no les he contado la vez que me salve de la muerte. Sí nos contaste, dijo El carnicero. Además te salvaste así que tu historia ya tiene final, ¿no es cierto? Eso es relativo. Si llamas final al hecho de que esté con vida. Dejá de joder no ves que estamos hablando de Julien. Hemos pasado años con él en esta habitación y nadie se ha dado cuenta de su muerte; eso es algo terrible. El tono de esta última frase fue como si una ventana rota despidiera millones de pedacitos de vidrio sobre la lengua. Todos se miraron las caras. Por un momento se mantuvieron callados. Era cierto nadie se había preguntado: cómo, cuándo, en qué momento, por qué Julien había desaparecido. ¿Quién lo había visto por última vez? ¿Cuáles fueron sus últimas palabras? Se hizo una pregunta, no había solución posible. Nicole en el mueble seguía masticando. No escuchó nada, ni una sola palabra dejo huella en su cuerpo. Sus labios seguían perdidos en ese rumiar insensible.
III
El momento en que un cuerpo se convierte solamente en un signo posible de resignificación ha llegado. Si en algún instante dudamos de los mecanismos de terror, ese momento ahora es historia. Nunca pensé encontrarme con la terrible certeza de que la muerte ahora ya no importa. Antes todavía el cuerpo del oponente era un límite, su muerte culminaba la rivalidad e inauguraba un nuevo momento en donde su corporalidad se incluía sin problemas. Ahora esta candida ilusión ha sido desbarata. Se trataba solo de una ilusión, solo de eso. He visto en los periódicos como de manera grotesca se muestra la muerte como un ejercicio de retórica. Si alguien es tan imbécil para asumir que 80 % de los medios periodísticos tiene razón entonces en este país ya no existe la esperanza. Cortes improvisados, fotografías trucadas y toda una serie de aritificios visuales acompañados de una retórica delirante. En este país quien no tiene la culpa la tendrá en cuanto a alguien se le ocurra. Los excesos del poder son siempre aberrantes. No defiendo a nadie. Acuso simplemente: la violencia no puede convertirse en un argumento del Estado, mucho menos en el único. Nunca preguntaré quién lanzó la primera piedra. Esa pregunta es insoluble. La búsqueda de una evidencia definitiva que delate a unos y libere a otros es un absurdo. Lo evidente es que existió violencia de ambas partes y que hubo muertes de ambas partes. La construcción del "salvaje" es, una vez más, la salida fácil asumida por el Estado. ¿Nos encontramos nuevamente dentro de la dicotomía civilización-barbarie? ¿Hay que civilizar al salvaje a cualquier precio? Si es con fuego y balas mejor. El único salvaje realmente civilizado es el salvaje muerto, ¿no? Si los medios pretenden una vez más mostrarnos de manera descarada cómo en el Perú, así como en muchos otros países, no existe la "democracia" creo que esta vez lo han logrado.
IV
No solo el hecho fue patético y espantoso, también las formas y estrategias de reclamo establecidas lo fueron. Nunca me ha dado tanta vergüenza ser parte de la especie de este mono desnudo como aquella vez. Un reclamo justo se convirtió en una parodia de lo "público". Todos en su cochecito se convertían en los abanderados de la causa, en los únicos capaces de remediarla; mientras los minutos avanzaban era cada vez más el desorden, todos (se) reivindicaban esa lucha y al pueblo que la realizaba. Al final todo terminó en un espectáculo deplorable. Todos aprovechaban el momento para lanzarse flores así mismos, para hacer proselitismo y para dejar en claro que su participación era decisiva. Realmente ridículo. Una vez más observamos cómo un país "adolescente" se excita con demasiada celeridad. El desconocimiento del otro es uno de los grandes abismos que todavía no hemos podido superar. No estamos al borde del precipio, sino dentro de él.

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