Hoy, cuando anochecía, Nicole llegó sudando, desesperada en el aire vagaba su sombra, el brillo mortecino de su boca.
¿Acaso, Nicolle, encontraste a la fiera, ese animal dorado que acosa el temible resplandor de tus ojos?
¿Acaso has aspirado el sufrimiento entre la hierba y las flores amarillas que cubren el camino?
¿Cuál es el límite de la desesperación, Niccole?
El brillo mortecino de la sangre
La sangre del brillo mortecino
La mortecina sangre del brillo
Debería cortarme el cuello.