jueves, 9 de diciembre de 2010

(Qué cursi)


No es amor.



La mujer ha dado un paso hacia adelante, el escenario se abre a sus ojos y el público tenso asiste. Ella trae en las manos un vaso con agua. Las luces surgen repentinamente, desde los bordes del espacio avanzan con lentitud hacia el centro. Nicole camina entre las sombras y coge con firmeza el vaso que, como si poseyera una dimensión desconocida, la hace tambalear; sus pies sostienen un peso virtualmente imposible y ella suda, un sudor seco, pegado a su piel, como si la raspara. Cuando llega al centro hay un redoble de tambor. Nicole pisa el escenario, la raíz de la luz, el brazo mirando hacia el público, el vaso muerto lleno de agua.



Nicole.- Hubo un tiempo, un tiempo hubo, en que cada palabra era una llamarada, una pirámide de ojos en la arena inerte de la playa. (Nicole levanta el pie, pisa con fuerza el escenario). Un tiempo hubo cuando la lluvia salía disparada llena de vidrios rotos. (Dobla el cuello hacia la derecha, fuerte, como si quisiera separar su cabeza de su tronco; el brazo inmóvil, el vaso se mantiene en un misterioso equilibrio). Un tiempo hubo...



Comienza a girar en su sitio, sin que el vaso se mueva. Dos vueltas, queda en la posición inicial: el brazo adelante sostiene imperturbable el vaso con agua. Mira a ambos lados; poco a poco coloca el vaso de cabeza. El líquido se derrama sobre el escenario lentamente.



Nicole.- ¡Suficiente!



Se ríe inverosímil, más gesto que sonido, como si brotaran copos de nieve. El escenario se vuelve blanco. Detrás aparecen flores dibujadas con trazos de pintura, como lanzados sobre un tapiz nebuloso; Nicole mira absorta las flores, comienza a girar, cada vez más rápido, salta. Mira al público y sale brincando. Se apagan todas las luces. Tenue se escucha el palpitar de una gota de agua.