lunes, 28 de septiembre de 2009

Un poco de la magia Estereograma

¿Cómo se dice? ¿Triste, estoy triste, me siento triste? En el juego de la precisión no importa la verdad sino la pulcritud de la palabra. Basura. No se trata de orden ni de estructura; se trata de que las palabras zumben, de que sean cuerpos palpitantes terriblemente hermosos. Si las palabras no respiran, si sus latidos no nos resultan fascinantes no hay razón para la palabra, su aparición se convierte en un acto gratuito, insulso y, la peor de las veces, in-significante. Es el interior de la palabra lo que me preocupa; su textura, su corazón y su alma. Esa materia inexplicable que nos aniquila y nos devuelve a la vida infinitamente.
Sólo quiero mi propio mundo.
Que es como decir quiero cortarme la garganta.
¿Por qué escribo todo esto? ¿Qué sentido tiene? Sufro y no encuentro razón ni justificación para ello. Aunque debilitada aún la ansiedad persiste. No es mi fracaso en la poesía lo que me lastima, sino esa insatisfacción en las cosas que hago diariamente. Todo es insuficiente. Cada acto de mi vida cotidiana es un abismo coronado de papel y caminatas rápidas, perturbadoras, por los pasillos de mi universidad.

Henry, por qué escribes?
porke kiero
por eso no tiene forma
tú?
no lo sé, sólo sé q cuando lo hago me siento mejor, menos al borde, es como si "ellos" o "ellas" estuvieran en mi lugar y me permitieran seguir estando aquí

no se si para mi signifike sentirse mejor
pero definitivamente me incomodo escribir por obligacion
eso mismo debe salir simplemente
aunque siento q soy como una bateria andando por la ciudad, por las calles
y en un momento es inevitable el colapso, cuando no lo hago me hundo

domingo, 27 de septiembre de 2009

Nadie Mejora


Siempre me he mostrado reacio a los cambios. Cuando se es niño las promesas nacen libremente, sin impedimentos. No se piensa en la dificultad que significan y poseen. Es simple: se promete y ya. Eso no es todo, con el tiempo nos damos cuenta de que estas promesas tienden a buscar una explicación, una superación, una cierta trascendencia. Nadie promete algo que no implique una situación más agradable. Se promete para mantener el orden o para mejorarlo. Pienso: ¿he leído un par de libros eso me hará un mejor ser humano? Desconfianza: qué significa ser mejor. Se cree comúnmente que la vida, la “experiencia” nos convertirá en mejores personas; que mientras más cosas interioricemos o soportemos tendremos mejores respuestas ante la vida. Se trata de una lógica cuantitativa. La vida nunca es mejor, sino diferente. A veces reaccionamos de manera admirable ante los sucesos más dramáticos de nuestra existencia; otras simplemente nos portamos como pequeños déspotas con una edad mental casi babeante. Todas esas respuestas no forman una cadena ordenada en sentido ascendente. No nos dirigimos a Dios. Tampoco hacia el lado opuesto. Creer que la edad y nuestra historia vital nos llevan a alguna parte es un error. Estamos sometidos al azar, a la sorpresa. Nuestra existencia es una navegación en un mar cubierto de flores amarillas y azules, bajo las cuales una profunda bestia se balancea. Nunca sabremos cuál es el color de la bestia, tampoco cuál es su forma; solo sabemos que se balancea por una alucinada burbuja que, cada cierto tiempo, al atardecer, aparece por un instante sobre la superficie.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Wall-cover


Leyendo a Coleridge me doy cuenta de que jamás entenderé por completo esa manera de concebir el arte. Sucede lo mismo que con las Vanguardias. Esa tendencia hacia el terrorismo artístico nos resulta incomprensible, por más que la disfrutemos y admiremos. No se trata solo de inteligencias distintas, sino de sensibilidades distantes. Para ellos el boicot era algo consecuente con su comprensión del mundo. Era necesario tumbarse algo. Eso que tenía el prístino nombre de academia o “arte”. Había una entidad/impedimento que se oponía con su presencia y principios a la búsqueda de ellos. En ese tiempo todavía podían sentirse héroes. Se trataba de un mundo en el que lo épico aún tenía cabida. La explosión, el ejercicio de la oposición estaba permitido. ¿En este momento, es posible oponerse a algo, sin que resulte una pose o una impostura? No lo digo como un artista, sino como alguien a quien le gusta el arte. Ante la inexistencia de límites la esfera del arte se ha convertido en un ejercicio en el que todo está permitido. ¿Cuál es el criterio? Ya no se trata de una praxis propiamente dicha, sino de una teoría materializada. El artista concibe y esta concepción se arma en la realidad. Esto revela aquella concepción a la que somos extraños (as). No se trataba solo de una beligerancia estética, sino de una concepción que encontraba su sustrato en cada parte de su ser. Era una mirada y una escucha que les permitía repensar la humanidad en su conjunto, sobre la significación de lo humano. En esto radica mi incomprensión: no se trata solo de una búsqueda estética, sino de una búsqueda vital. En la cual lo ético y lo político no son elementos accesorios, sino el esqueleto mismo de un universo de preguntas. En una época dominada por el “auspicio”, ¿cómo recuperar ese anhelo de totalidad? El verdadero arte posee un componente subversivo intrínseco. Después de la lectura de un poema de Eielson, por ejemplo, me poseen las ansias de desnudarme, de salir corriendo, gritando a todos que la realidad es un fraude, de buscar un lago y sumergirme en él. Tal vez esa muerte helada sea la mejor respuesta para la pregunta que porta toda obra de arte.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Milagro


He asistido a un breve monólogo. La intérprete narraba una melancólica historia. Amor, abandono, un final predecible y melodramático. Si nos fijamos solo en la historia se trata de una novela rosa de folletín sin valor artístico alguno. (Todo el aparato crítico en movimiento). Me lleno de rubor cuando recuerdo. A los dos minutos de iniciado el monólogo me encontraba sumido en la historia. No lo contado, sino esa voz esplendida. No por su belleza, sino por su sinceridad. Me he sentido un estúpido. El encanto estaba en esa voz que mostraba. La historia era solo un aditamento. No tengo explicación alguna para lo sucedido. Tal vez lo artístico no implica, necesariamente, lo estético. Otra vez Kant cuestionando a Hegel. (La maquinaria reconfortada).

martes, 15 de septiembre de 2009

Degeneración


I
Siempre denigré la poesía de Octavio Paz. Sus ensayos desde la primera vez que los leí me parecieron alucinantes. La calidad de su prosa, la forma de su argumentación, la dimensión de sus digresiones formaron el tríptico de esa estima. No sucedió lo mismo con su poesía gruesa de pensamiento, siempre ordenada por una entidad fácilmente perceptible, impregnada de tinta y largas noches de persecución. Todo eso la volvía insoportable a mi gusto. Nunca quedé satisfecho por completo de ella. Aun cuando encontraba algunos poemas hermosos, no cedí en mis convicciones. Hoy por casualidad cojo ese pequeño volumen hundido en mi librero. Leo un poema al azar. Algo ha pasado. El poema brilla con una luz misteriosa y seductora que desconocía por completo. Termino el poema, siento que esa breve luz ha pasado, casi como una operación de alquimia, de la página a mi corazón, a mi estómago, a mi cerebro. Cada parte de mi cuerpo responde de manera humilde a esa verdad. ¿Qué ha sucedido?, me pregunto, mientras busco otro poema. Es fácil formular una respuesta; por el contrario, es sumamente difícil entenderla.

II
Mi gusto por la poesía se complejiza cada vez más. Me lleno de orgullo cuando pienso que mi sensibilidad se ha refinado, que mi lectura se ha vuelto más sutil, que considero detalles y reconozco guiños antes obviados. Eso me hace sentir mejor mientras escucho Funeral de Arcade Fire y el carro se dirige augustamente hacia la universidad. Al poco rato sube un desconocido a contarnos una penosa historia que lo tiene a él y a su pequeña hija como protagonistas. “Crown of love” es el fondo musical óptimo para su historia y sus lágrimas y el tosco papel que sostiene. Supongo que todos en el carro escuchan música porque ninguno se ha molestado en siquiera voltear el rostro. He llegado por fin y los cuestionamientos surgen como la antesala de la tristeza. Me pregunto si todos estos años han sido en vano. Si la universidad me ha quitado más de lo que me ha proporcionado. ¿Existe alguna belleza en el mundo superior a la poesía? ¿Acaso un poema no es más que un burdo simulacro de algo que se encuentra ante nuestros ojos y, al mismo tiempo, distante para nuestra ingenua manera de asumir la realidad? ¿La belleza, esa extraña sustancia, se encuentra en cada lugar de este mundo, dispuesta a ser recogida? ¿Será posible que su búsqueda implique también una manera de comportarse, un compromiso con todo lo existente? ¿Lo estético es ese vínculo sintiente que nos relaciona con todo lo extraño, con lo ajeno, con lo otro? Ya no puedo soportarlo más.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Pasadizos cubiertos de niebla
descubro
plantas que respiran
crecen en los muros
se extiende una delgada red de pétalos

siempre perseguido
bajo el cielo
los árboles azules escuchan desde el cielo
también azul
la respiración en los ojos de la noche
el vaho de dios desaparece
pequeñito
desde el cielo

Una fogata de hojas verdes
nuevamente pequeñita
cuándo cae pace el viento
mis manos conservan una roca
sangra transparente por las noches

martes, 8 de septiembre de 2009

Respuesta al joven Huincho II


Hola, Jesús, gracias por tu orientación y tu tiempo al responder mis dudas académicas, pues gracias a ellas salí victorioso este quinto ciclo.
Siempre tengo una duda que quise comentarte en un café que no se pudo realizar, es respecto a la teoría literaria; si bien las lecturas nos hacen reflexionar, puedes explicarme (no creo que tengas tiempo o enviarme una página electrónica, pues no me queda muy en claro la finalidad de este curso) la finalidad de este curso y cómo lo aplicaré en mi área laboral.
Recuerdo que una vez me explicaste un esquema donde estaban una serie de autores teóricos que tenían que ver con el estudio del discurso literario, aún lo tengo ilustrado en mi cuaderno.
He estado leyendo a Cesare Segre, Seymour Chatman y Wolfang Káiser, pero ellos aún no me precisan mis dudas respecto a la teoría literaria. ¿Qué debo leer? Pero en sí cómo aplico la teoría literaria como marco teórico a una reseña, a un artículo o a una tesis. Esas son mis dudas. Tal vez no tengas tiempo, si puedes responderlas te lo agradecería.

Para serte sincero esa pregunta es muy difícil de contestar. He señalado las partes de tu mensaje que, de una u otra manera, colaboran para una comprensión-respuesta de tus inquietudes.

1. En primer lugar, es conveniente que no pienses la teoría literaria como un curso. Es decir, no te dejes llevar por el rótulo. En realidad se trata del presupuesto de toda investigación dentro del marco de los Estudios Literarios. Gracias a ella tu acercamiento y perspectiva se diferencia de otras disciplinas. Es lo que te constituye como analista de discursos literarios y no como historiador o sociólogo, por ejemplo.

2. Es importante que consideres algo: la Teoría Literaria nunca es una teoría determinada, sino un conjunto de miradas en torno del fenómeno literario. Los autores que mencionas forman parte, cada uno de ellos, de una tradición propia. Es así como Chatman puede entenderse dentro de la narratología y los desarrollos del estructuralismo francés y Káiser gira entorno de la Estética de la recepción y los alcances de la hermenéutica filosófica. La teoría literaria es una suerte de mapa que te permite ubicarte y dialogar con una respectiva tradición.

3. Ahora, cuando te interrogas acerca de la aplicación aciertas al mostrar cómo cualquier relación no es unívoca ni exenta de interferencias o reformulaciones. En otras palabras, tú como analista terminas produciendo tu propia síntesis/lectura de estas teorías. Incluso, el hecho de tomar partido por una y no otra es un factor clave para tu análisis. No solo importa qué libro vas a analizar, sino cómo vas a abordar el texto. Estas dos elecciones se encuentran vinculadas. A la larga, forman la base fundamental de tu especialización y constituyen la fuente generadora de gran parte de las particularidades de tu análisis.

4. Yo no creo que la elección de una teoría sea solo una cuestión instrumental. Me parece, al contrario, que se encuentra en consonancia con las preocupaciones éticas y políticas que rodean tu labor como investigador. Más aún, están en la sustancia misma de tus intereses intelectuales. El cuadro que alguna vez te mostré es un resumen de las que son las dos tendencias mejor definidas en los Estudios Literarios, en mi opinión. A mí me sirvió mucho el libro de Walter Mignolo. No recuerdo el título pero era uno de los libros de lectura obligatoria en Teoría II, cuando lo llevé. Lo tiene Mary. Mignolo te explica bien las diferencias entre las tradiciones teóricas y algunos problemas que surgen al hablar de teoría literaria a secas.

5. Siempre aplicas teoría literaria en cualquier juicio acerca de una obra específica. Incluso cuando no has llevado el curso. La noción del poeta como un iluminado es ya una “teoría literaria” aunque de sentido común. No te olvides que, según Culler (Breve introducción a la teoría), teoría es toda aquella reflexión que se supone aunque sea imposible de demostrar, pues es su coherencia misma la que la sostiene. Además, puede ser utilizada en cualquier ámbito disciplinario. Rorty (Cf. Consecuencias del pragmatismo, el artículo que habla de la filosofía como disciplina académica y su pérdida de estatus en la modernidad) también enfatiza el lugar que ocupa la teoría como género literario. Su capacidad para desplazar al discurso filosófico. En nuestra época cualquier discurso “esencialista”, o con apariencia de serlo, está tachado de antemano.

6. Existe otra complicación: la distinción entre método y teoría. Te vas a dar cuenta por ejemplo que la semiótica, la narratología, la retórica general textual son métodos de análisis. Sin embargo, cada una de ellas posee una teoría que las sostiene. El caso de la Retórica General Textual es el más evidente. Cuando leímos a Arduini, Bottirolli o Albaladejo asimilábamos teoría literaria. El método que usamos fue el corolario de lo leído en clases. Lo mismo sucede con otros métodos de análisis. El mismo psicoanálisis entra dentro de esta lógica. Por lo general, se compaginan perspectivas diferentes. En otras palabras, se vinculan métodos de análisis formal con teorías de corte sociológico. Esta es la salida más común y la más práctica en el abordaje de textos literarios.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Al borde

A veces me levanto con la plena seguridad de que por fin he encontrado el sentido de mi vida. Esa orientación que me indica hacia dónde tengo que ir, qué libros leer, qué películas ver, cuándo callar. Así puedo estar un día, una semana, tal vez un mes. Durante ese tiempo, trabajo incansablemente, feliz, dispuesto a todo, de nuevo feliz, discreto, seguro. Después salgo a caminar bajo la lluvia o me tomo un café envuelto en mi colcha preferida y así existo de manera saludable. Sé que esa felicidad jamás será interminable. Al poco tiempo un sonido en mi ventana, una puerta que se abre, el sabor de la lluvia; surgen las dudas, cojo todo lo que he escrito, arrojo los libros que he leído y hago lo posible por desaparecer todo aquello que me recuerde esa falsa ilusión de certeza. Es un milagro que no haya muerto en una de esas acometidas. Mi vida sigue envuelta en ese círculo de ciclos y de ciclos.
Hasta ayer consideré la verdad como la razón de mi existencia. En la noche mientras conversaba, con una cerveza a mi lado, no evité que la belleza usurpara un lugar en nuestra mesa. Hoy, despierto y azul de rabia, he iniciado el ciclo una vez más; harto de lo que he perdido. Mi casa vuelve a esa oscuridad en la que mi madre me busca y yo la busco a ella. En donde tenemos que caminar de puntitas para que la muerte no nos sorprenda. Escuchamos nuestras voces y continuamos el susurro por horas y horas. Mi casa vuelve a ese sueño que cada cierto tiempo la encierra. Sus latidos son los míos, los de mi madre, los de todo aquel que haya pisado mi casa. Otra vez, existo porque sí; sin ninguna razón, sin ninguna causa. Fatigado, me tumbo donde puedo. Escucho cómo el agua termina y asiento a todo lo escuchado. Otra vez el sueño es una fiesta.