sábado, 18 de abril de 2009

Alucinado


A veces siento que estoy en ningún sitio. Quiero tocar un mueble y solo toco mi piel: solo mi piel toca: doblemente lejos. ¿Es un viajero quien dentro de mí contempla, degusta y palpa las cosas que yo ni siquiera considero? Y si dentro y fuera son siempre lugares opacos, templos de sal quemada, ¿dónde me encuentro? Si nunca sé ni toco nada, si siempre confundido ando, ¿en dónde todo lo desconocido del mundo se concentra? Creo que finalmente estoy solo en mi piel. Y que esta cubierta es mi único asilo. Ni en las cosas ni lejos de ellas. Entre las tinieblas y el abismo, ¿acaso puedo escoger uno de ellos? El viajero se sienta y el mueble delirante canta: mi piel se desenvuelve, humilde ella, como un abanico cubriendo la realidad del aire, mofándose de su exilio.

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