sábado, 6 de octubre de 2012

Entre los dos

El agua del lago es turbia y roja (parece que un millón de hormigas se desplazara sobre su superficie; no lo menciono para no incomodar a Raquel, últimamente le duele la cabeza y no quisiera, por dios que no quisiera, causarle alguna molestia). Han pasado dos horas desde que vimos el indefenso cuerpo, sostenido como por hilos, sobre el lago, acaso viajando sobre el viento, detenido en medio del aire, incapaz de voluntad, guiado por una sustancia que lo incorporaba y, al mismo tiempo, era incapaz de asimilarlo por completo. Era un cuerpo. Un varón o lo que era uno. No alcanzamos a reconocerlo. Su espalda ancha y la ropa de un verde musgo no ayudaban a distinguirlo de la evasiva forma del lago. Un cuerpo que flota no es un abismo entre dos seres humanos: miro a Raquel y la verdad no entiendo porqué su mirada sigue fascinada el rigor mortis de "eso" que está tendido sobre el pasto humeante de la garúa. Aquello que en apariencia era un hombre se comporta ahora como una materia deleznable que rechazo, y odio porque vocifera una advertencia. No fue idea mía arrastrarlo hasta la orilla, ni tampoco traerlo acá a campo abierto. Tuve que ayudar a Raquel, sola no hubiera podido desplazar esta carne inerte. La humedad del cuerpo ha dejado un trazo que señala un rumbo, el que perseguimos Raquel y yo. Ella, postrada sobre el pasto, frota el cuerpo con vehemencia, se recuesta a su lado para descubrir la opaca madeja de la vida. 

No despertará. Hagas lo que hagas no despertará, Raquel. 

Pero mis palabras se disuelvan y no logran comunicar. Soy ajeno al milagro. Soy solo un espectador estupefacto ante el movimiento de lo que no debería transformarse. Ante el leve palpitar de esa piel pérdida en la nada, reniego de mi voluntad de satisfacer a Raquel. Arrastró el cuerpo como puedo, lo alejo de ella, de su amoroso abrazo. Ella coloca sus ojos en mis ojos: sé que quiere destruirme. Pero sabe que no voy a desistir. Arrastro. Un nuevo recorrido se extiende: regreso al lago lo que pertenece al lago. El polvo debe desaparecer en la nada.       

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