Surjo como la luz
en
medio del aire frío regado de orines y de oro
en
ese aire turbio de aroma oscuro muerto
Surjo
como el desprendimiento de las rocas como la resonancia de
la arena ante el maremoto inminente / y
aunque no queda nada de mí sobre la playa
ahora que la marea ha abandonado unos cuantos míseros maderos
Del barco solo la esperanza
Del mar solo la cubierta la espuma escarlata que sobrevive
siempre a los desastres / me recuesto en
tu hombro, viejo amigo, porque sin duda nada soy y nada merezco, pero esta
noche estamos tú y yo cubriéndonos los pies con la arena parda del viento
vibrando de miedo ante los diminutos cortes señalados por el frío dispuestos
al resplandor del sueño
El mar permanece inerte
como si la muerte fuera permanecer siempre
envuelto en
un hábito ensangrentado
saboreando monedas llenas de herrumbre
máscaras secretas que miran al norte hacia la ciudad del
viento / donde de seguro encontraremos
enterradas las últimas reliquias doradas del navío
Pero voy a la ciudad que flota trasparente sobre el agua que
desconoce la nieve la pedrada lo marchito que impregna otras ciudades
voy
hacia allí hollando el piso hacia el hallazgo lleno de ti, hijo mío, que aún no
tienes rostro que tampoco conoces mi morada ni la ruina que reina en esta
tierra / toco el último tono de mi xilófono
asediado por la fiebre que posee animales y se desprende de ellos
huele a vinagre o tiene
la consistencia del polvo o del semen sordo de la muerte
Encontré sobre las losetas amarillas
la lluvia estaba
presente
el mal y el alma de los marineros ebrios aun detrás del
umbral de la vida
usaban
anillos y cadenas cuya reverberación causaba cataclismos
Con las manos en llamas despedí al misterioso espíritu de
las aguas / ojalá, viejo amigo, conozcas
el rostro mortal de mi pequeña luz invisible, le dije, sabiendo entre las
tripas que las estrellas han abandonado el firmamento.
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