miércoles, 20 de mayo de 2009

sumatoria




Siempre pensé que mi brazo derecho era más fuerte que mi brazo izquierdo. Y efectivamente así es. Ha pasado el tiempo y mi derecha sigue siendo más fuerte que mi izquierda. Sentí algo de rabia al ver que no podía hacer nada para cambiar esta situación. Golpearé el aire tres veces por semana para que así mi brazo izquierdo se fortalezca y sea tan fuerte como el derecho, me dije. Esa maldita manía mía de igualar las cosas. Tres meses he golpeado el aire, combatiendo con un enemigo imaginario, déspota y siempre más fuerte que yo. Terminaba exhausto dispuesto a todo, menos a seguir golpeando. Me metía en la ducha y me quedaba por horas. ¿Servirá de algo todo esto? Mi brazo izquierdo nunca llegó a ser tan fuerte como el derecho, su contrario.
Miro mis manos y no las reconozco. No porque no sean mías, sino porque cada una de ellas es extraordinaria a su manera. Mi izquierda (recién lo he descubierto) es mucho más rápida que mi derecha. Con ella puedo cazar moscas y atrapar peces. Y cuando subo a un árbol recojo fruta fresca con ella. No sé si mis manos me entiendan. Tal vez soy yo quien no las entiende. Golpeo el aire y encuentro que mi izquierda y mi derecha bailan en armonía y creo que entre los tres hemos descifrado ese mensaje extraño que no entendemos y compartimos. Mi brazo derecho no es tan rápido como el izquierdo, su complemento.

3 comentarios:

anónimo 4 dijo...

esto me recuerda el poema de watanabe que se llama el maestro kung fu.

Lisandro Gómez dijo...

de verdad,... ya me parecía raro. La imagen es muy mona... Se me pasó..., sorry

Anónimo dijo...

has encontrado tu estilo,, te envidio