lunes, 1 de junio de 2009

conversaciones con Sartre




1. No se piensa cuando los demás bailan. En torno a la inutilidad. La distancia, el punto en el que el mundo es el centro y yo no soy nada. Una imagen que se teje en el agua, que se convierte en la misma imagen de un animal sangrante, de un tigre acuchillado, del amor, de mis manos y la mañana. Solo deseo el aire. La calma del oleaje, un cuerpo que deambula y gira y da vueltas por un camino de carne que se hunde. El mundo no termina ni inicia conmigo. El mundo dentro de mi corazón es una enredadera que se extiende por mis extremidades y regresa otra vez a mi corazón. No es la mera voluntad; es el frío y el tiempo, es la gente que baila y da vueltas y así la fiesta es un engaño más: un engaño divertido, pero que me hace más transparente, me hace más inutil y veo que mi camino inicia en mi carne y termina en ella. No es dios, son los gusanos los que finalmente darán un sentido a cada diminuto poro de esta ilusión que se llama yo mismo.


2. Lo que hago y lo que digo viajan dando vueltas lejos alrededor de una estrella que se termina con la mañana. Cada uno de mis actos es una pieza más de este edificio oscuro que es mi existencia. La máscara de carne y huesos en la que se empoza mi miedo y mi vida. La protección, el aire rancio y la mirada que todo lo descubre y no encuentra otro milagro más que la ausencia de cuerpo. No miro ni quiero mirar. Soy aquello que piensa sobre yo y en la danza se manifiesta el fingido rumor de la vida. La vida inútil artificio, ficción, engaño una vez más. No importa lo que yo quiero, sino lo que quiere el otro. Solo en la libertad que es una cadena de cristal que llevo atravesada en las muñecas. La cárcel es un esqueleto ámbar en el que una voz llama y retumba contra los muros. No es el aire que viaja, es la desesperación de ninguna respuesta. Solo y vacío. En qué punto me encuentro? Más lejos de la vida, más lejos de la muerte?


3. Pensar y mentir son los dos únicos ejercicios con los que el engaño se vuelve carne. Mentir es la única manera de sobrevivir. No me atormento si descubro que no soy nadie. Que mi lugar es la sorpresa del vacío, el sitio en el que el pasto se extiende sobre la tierra como una última oportunidad. No me espanto si acaso alguien ha quedado separado del mundo y no lo sabe; si acaso nos cruzamos y ni siquiera nos miramos y así somos nosotros siempre perdidos, siempre buscando aquello que no entendemos. Aquello que no es mentira sino asesinato.


4. No deseo. No amo. No contemplo. Mi cuerpo es una flor que flota encima de las nubes. Mi deseo no importa. Solo el deseo del otro es importante. Lo que yo llamo es confusión. Lo que aparece ante mis manos y mis ojos es lo inalcanzable, lo que se va y se dispara, lo que nunca llega a ningún sitio. Miré el cielo y ya no hay cielo. Miré el agua y ya no hay agua. Cuando el viento acaricia mi rostro no pienso en el viento, pienso que se trata del fuego o de mi madre muerta mil veces, mil veces despedazada, su resurrección es el milagro de la carne. No le tengo miedo a la ausencia, sino a aquello que se hará ausencia. Todo lo que llega a nuestras manos envejece y se termina. La muerte en cada pedazo de roca, en cada muestra de amor. La muerte que envejece hasta a aquello que no existe. Cualquier palabra no dicha, no es un secreto, es ya el aire que se acaba.

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